
Durante muchos años he practicado... otros tantos he tratado de enseñar... y todos ellos he tratado de aprender de la mejor manera...
Sin embargo... he recibido en la practica de Shotokai un regalo... un regalo que no tiene precio, ni palabras que puedan describirlo...
Sí sé que si no me hubiese, en algún momento, decidido a abrir un Dojo... jamás habría recibido este regalo... de la vida.
En el fondo, es una invitación a cada uno de ustedes y para mí a seguir en lo que estamos.
Ah... el regalo es que tengo la dicha de ser parte de tres generaciones en práctica de Shotokai.
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